viernes, 14 de mayo de 2010

DÍA 6: Llegó el veranoooo!



¡Hola España!

Lanzo nueva publicación, probablemente la más completa de todas por el cúmulo de experiencias y viajes. ¿Os imaginais desde dónde escribo? No, no me escapé de Riga (por el momento)… Estoy en el parque en frente del Edificio Nacional de la Ópera y ¡en camiseta de manga corta! Son las nueve de la noche y el termómetro ronda aún los 20ºC. Y ahora, que cada vez vislumbro más cerca el final, empiezo a recordar cómo fue todo cuando empezó, exactamente a 20 grados, pero en números negativos. Nunca olvidaré ese primer impacto visual ante los montones de capas de hielo y nieve que jamás había visto, aquel frío terrorífico que dolía en cada parte de mi cuerpo que estaba al descubierto…
Igual que en muchos momentos de la vida en los que un libro, una canción o una imagen nos permiten marcar momentos y etapas, en mi caso, la temperatura es el factor que puede definir mis estancia en Riga. Los -20, los -10, los cero grados, los 5, los 10, 15…20… cada uno de estos números me recuerda algo. Como es evidente, hasta el más ciego sabe que esto no puede durar mucho más, y entendiendo que nunca habrá 40 grados… esta gran experiencia me temo que tiene los días contados…
Y bien, acabando con estas divagaciones (que ya sufriréis en su máximo esplendor cuando realmente me marche), voy a centrarme en los viajes que he hecho últimamente.

En primer lugar empezaré por mi visita a Tallín, la capital estona. ¿Qué decir de esta ciudad? Nadie negará que es hermosa, por su tamaño, por su tranquilidad, sus pintorescas casas… Tallín sorprende, y a menos que esperes un gran ciudad al estilo de Tokio o Nueva York, Tallín te gustará.
A pesar de la proximidad con Rusia, Tallín tiene un aspecto mucho menos soviético que Riga. No lo digo con prejuicio, pues como buen viajero no me conformé con solo visitar el casco histórico.

Evidentemente ni en Riga, ni en Tallín, ni en Vilna existe una arquitectura soviética en el centro. Para ser concretos, en el casco histórico de Riga se está demoliendo el que fuera el último de los que quedaban. La influencia de la URRSS en los países bálticos ha sido una absoluta lacra en su desarrollo arquitectónico. Sin entrar a fondo en apreciaciones políticas, debo decir que el impacto de la Unión Soviética en el báltico destruyó de alguna forma la identidad de estos tres países, con lo cual me uno en su sentimiento patriótico ante lo que fue una ocupación injusta. En las tres capitales bálticas (Riga, Tallín, Vilna) existe una clarísima línea que separa el casco histórico de la zona moderna. A mi entender en Riga esta línea separa lo pintoresco de lo a veces gris y en ocasiones sucio y descuidado de sus afueras. En Tallín esta franja viene delimitada por una gran muralla de la que queda aún casi intacta gran parte. Con razón, es considerada una de las ciudades medievales de Europa mejor conservadas (sino la que más). También posee una de las plazas más bonitas de todo el continente.

A pesar de que en las fechas en las que visité Tallín el clima no andaba muy templado (sí, iba enfundado en guantes y bufanda), el sol del domingo fue espléndido y las terrazas de verano del centro ya estaban preparadas, con el consecuente “turisteo” europeo rondando por ahí. Tallín es una ciudad medieval y como es de esperar, los estones no pierden la oportunidad de convertirlo aún más si cabe. Así, es habitual pasear por el centro y ver estonas vestidas de época en las puertas de los restaurantes ofertando menús tradicionales en un ambiente lúgubre, con grandes ruedas, mesas de madera, velas… También existen pequeños puestos de madera en donde se venden frutos secos garrapiñados e incluso ofrecen dianas para practicar el tiro con arco en las murallas. En Riga y en menor medida en Vilna también se intenta vender cierta imagen medieval, pero en ningún caso llega al extremo de la ciudad de Tallín.
La parte moderna  también puede sorprender, en especial a aquellos turistas que visiten esta ciudad con la impresión de que todo es antiguo y pintoresco. Para mí, como “habitante” de Riga, ver la ciudad nueva de Tallín fue toda una sorpresa: rascacielos, pantallas gigantes, luces de neón… Por supuesto Tallín no es Londres, pero este reducido núcleo moderno, al menos a mi gusto, es también un atractivo sumado. Decir que incluso las partes menos turísticas de Tallín son capaces de hacer sombra a Helsinki, que se encuentra a pocos kilómetros al norte y presume de ser uno de los privilegiados países nórdicos. Sin embargo, he de advertir al que viaje al Báltico que en todas las capitales, la impresión primera puede ser desagradable, pues las afueras de todas las ciudades tienen un aspecto pobre y a veces decadente. No se debe olvidar que el sueldo de medio en los países bálticos ronda los 300 y pico euros. Este dato es un poco confuso para el turista, pues ante un salario tan bajo uno espera precios a medida… y eso no ocurre. ¿Por qué? Salario medio significa media ponderada entre toda la población del país. Igual que Letonia no es Riga, Estonia tampoco es Tallín. En general, mi percepción es la de que los tres países bálticos, más allá de las capitales, son campo y pueblo. Visitar cualquier otra ciudad fuera de la capital, demuestra que los precios de los productos son realmente baratos, que las posibilidades de ocio son escasas, y que lo que ellos consideran ciudad es tan solo una pequeña villa. Por esta y más razones, ¡adoro los países bálticos!
Antes de pasar a escribir sobre la tercera y última capital báltica sobre la que no he escrito (Vilna), no me olvidaré de hablar sobre la ciudad en la que vivo, Riga.
El pasado 4 de Mayo se celebró el día de la declaración de la Independencia de Letonia. Tanto anuncio por las calles, tanta historia… el evento me decepcionó. Pero claro, debí entender que el día de la proclamación definitiva de la independencia del país no llegó hasta noviembre, fecha en la que las celebraciones si llegan a mayores.

Tras días de primavera, el 4 de Mayo amaneció terrorífico, gris, jodidamente frío. Tuve que volver a sacar bufanda y guantes para no congelarme ante los insípidos cánticos de un pequeño coro situado cerca del Monumento de la Libertad… Eventos dispersos por toda la ciudad, pero ninguno lo suficientemente contundente como para decidirme. Quizá no elegí el correcto, pero al menos tuve la oportunidad de comer nariz de cerdo (AAAAAAAGGG!) y ver un grupo de felices letones y letonas bailando entre flores evocando ambientes bucólicos y campestres. Como curiosidad, los billetes letones contienen imágenes del campo. Y ahora es cuando se me vienen de golpe las palabras de mi jefe: “¡en este país todos tienen mentalidad de granjero!”… Pues bien, sin firmar tan atrevidas afirmaciones, no me posiciono al respecto… Granjeros o no, el país es lo que es, y no es difícil darse cuenta del sufrimiento que ha vivido, bien reflejado en las caras de las ancianas, señoras que (cito de nuevo a mi jefe) “tienen muchos cojones y no temen a nada ni a nadie”. Tras las devastaciones continuas en las sucesivas guerras y diferentes ocupaciones, independencias y reocupaciones, Letonia es un país pequeño, independiente y que lucha por modernizarse en la nueva Europa. También, en estos duros momentos, se da de la mano con España tratando de combatir la alta tasa de desempleo y salir de la grave crisis de la que afortunadamente ya está empezando a despegar….


(Brevemente…. 2ª parte del artículo)

PD. Todas las fotos fueron tomadas en Tallín en el mes de Abril.

¡¡¡ RAYOS Y RETRUÉNCANOS !!! Han desactivado la opción de subir videos.... ¿Qué haré con mi video sobre lo que pasa en las iglesias estonas? ¿y el de la stripper rusa enfermera?


¡VISU LABU!

1 comentario:

Unknown dijo...

Pero bueno!!! Qué buen tiempo es ése!!!! Aquí en Asturias sí que somos duros!!!!

Veo, pues, que esos viajes autobuseros cunden!!!

Por cierto, tu jefe es un filósofo eh?? ejej madre mía...

Bola 8.

PD Ay esos vídeos...censuraaaaa!!! ejejje